No quiero disimular cuando aparece, mirar hacia otro lado, cantar una canción infantil cuando viene a susurrarnos su estadía, imposible que se derrita si es que se me ocurre tirarle un balde de agua fría.
Sin el, no estarías cada tarde conmigo, no habrías aprendido a ponerle nombre a las nubes, a tener cautela cuando recorres mi piel o hasta a tragar las palabras que quieres gritar cuando estas molesta.
Yo también cargo con un pasado, yo también busco perder la vista en el horizonte cuando las imágenes de años atrás me atrapan, también suspiro y lagrimeo un poco cuando me doy cuenta cuanto he recorrido.
Lo que busco es que olvides, que una mañana sin darte cuenta repitas mi nombre como si lo respiraras, que olvides como se escribe, de que se compone, pero que sepas exactamente como se pronuncia.
Lo que quiero es que tus lagrimas tengan un ahora, que tus miedos y tus enojos sean un nuevo sentimiento en ti, que no dudes de mi por lo que te hicieron o dejaron de hacer ayer, que dudes por que sientes o porque no lo haces más, que tus celos sean porque mis ojos han dejado de mirarte y no porque ayer alguien más miró a otra parte.
Solo pido que no me dejes porque creas que así tiene que ser, porque así lo has vivido tantas veces, déjame el día que sientas que el final te pisa los talones, que te acaricia la nuca; déjame cuando no me quieras más, cuando el imán entre nosotros se desgaste sin vuelta a atras.
Déjame el día en que beses mi piel y no sientas que se te adormece el corazón, como yo cuando te recorro con mis labios.
Pero no me dejes por el pasado, no sería justo terminar nuestra historia por un pasado en el que ninguna de las dos podría haber elegido dejar de amarnos.
Orquidea.